RESPETO

EL RESPETO A LAS PERSONAS

Las instrucciones de esta gran Mujer, sus cartas y los testimonios del proceso de beatificación nos han transmitido sus palabras y sus ejemplos sobre este punto.

“Tengan, mis amadas hijas, un gran respeto las unas hacia las otras. No sean egoístas, nada es más opuesto a la caridad tierna y cordial que el frío egoísmo. Eviten la brusquedad (...) Si Ustedes ven que alguna comete una falta, adviértela a solas (...) Tengan cuidado las unas de las otras (...) No disminuyan nunca los méritos las unas de las otras”. (Conferencias Cap. 50 (42) Pág. 298)
Nuestra santa Madre respeta la libertad de las Hnas., ella hace una llamada a su propia responsabilidad para suscitar una obediencia lúcida y alegre. Respetuosa de sus opiniones, de sus propios sentimientos y de sus sufrimientos, escribe a las hermanas:

“Ante todo, mis queridas hijas, deseo saber si ustedes tienen celo para esta misión, atractivo valor, confianza en Dios y sobre todo la esperanza de tener éxito; procuren responder cada una con sentimientos verdaderos. Ustedes conciben fácilmente que yo no podría continuar cerca de usted la misión como suplicante. Están perfectamente libres de continuar esta laboriosa misión o dejarla. Según esto, ustedes regresarían a Francia donde encontrarían ciertamente almas qué salvar y donde siempre ustedes serán muy queridas. La santa obediencia las hace libres...” (P. 484 Carta 708 Tomo IV)

Luego del proceso de beatificación, las contemporáneas de nuestra santa Madre han afirmado que hablaba siempre con delicadeza exquisita, jamás una palabra hiriente, humildemente, al contrario, buscaba levantarnos, animar en nosotras el respeto de nosotras mismas y la confianza en Dios.
Su respeto no era menor hacia los obreros, y recomendaba a sus hermanas de no dejarlos esperar en el locutorio, de ser sociables y educadas con ellos.
Es sobre todo en el trato con nuestras alumnas que la santa fundadora exigía mucha delicadeza, respeto, bondad y justicia.

“Ustedes me preguntan, dice, cómo yo hacía para conducir las penitentes cuando era su maestra. Era por la justicia y la bondad. Acuérdense que una taza de leche con azúcar dada a una de nuestras queridas penitentes servirá más para llevarla a buenos sentimientos que no podrían hacerlo los actos de severidad”. (Conferencias Cap. 18 (62) P. 113)

“Les suplico, por el amor de Dios, no digan nada a las niñas que pueden herirlas. Ustedes desanimarían estas almas ya débiles; y ustedes no serían más las hijas del Buen Pastor que toma la oveja perdida sobre sus hombros y que sólo tiene ternura para ella. Eviten esas heridas del corazón que se perdonan tan difícilmente”. (Conferencias Cap. 17 (61) P. 106)

Santa María Eufrasia llevó ese respeto que es una calidad de la mirada sobre la persona “única” de cada una de sus Hermanas, de sus “Niñas” y de cada una de las personas que encontraba. ¿Dios no ha creado el hombre a su imagen?
Contribuir a su desarrollo, al crecimiento, a la perfección de una persona, tratarla con respeto es contribuir a hacerlo más auténticamente “imagen de Dios”. Este reflejo de Dios es un misterio que merece todo nuestro respeto: ¡En cada persona se encuentra tantas cosas grandes, divinas, dolores, esperanzas, sed de felicidad y de infinito!

“Acuérdense con qué inefable bondad Jesús acogió a la gran pecadora de Jerusalén, Magdalena, cuando fue a arrojarse a sus pies regándole con sus lágrimas. Mírenlo en otra ocasión, sentado junto al pozo de Jacob (...) Mírenle en Jerusalén, cuando le presentan una mujer culpable que merecía ser apedreada “que aquél que esté sin pecado le arroje la primera piedra” dice, y toda la multitud se dispersa (...) (Conferencias Cap. 1 (6) P. 15)
¡Cómo las quiero y respeto! (P. 295 Carta 100 Tomo I)

Inspírenles mucha abnegación por sus familias y gran respeto hacia sus padres. (Conferencias Cap. 21 (60) P. 129)